Acabo de volver de Lisboa, la blanca, la empinada, la de las fachadas de azulejos preciosos, la de la gente amable, la de música de todo tipo, la nostálgica, la generosa, la de los poetas y pintores, la de las plazas de vegetación exuberante y callejones con olor a orines, la portuaria, la marinera, la snob, la africana, la modernista, la antigua. En un atardecer desde un mirador del Barrio Alto he aprendido el significado de la palabra "saudade" y callejeando por La Alfama he creido oir cantar como se cantaba hace años en el Albaycin. Estoy agotada y llena. Tengo la casa patas arriba, el pelo estropajoso y la nevera vacia. El frio ha llegado a mi ciudd dormida.
¡Bienvenido otoño!